Martes 15 de junio de 1943

Querida Kitty:
Siempre tengo muchas cosas que contarte, pero a menudo las paso por alto, por no juzgarlas suficientemente interesantes y, asimismo, por miedo de aburrirte con demasiadas cartas. He aquí las últimas novedades. Seré breve. No han operado la úlcera del señor Voseen. En la mesa de operaciones el cirujano comprobó que había un cáncer demasiado avanzado para extirparlo. Volvió a cerrar y lo mantuvo en el hospital durante tres semanas, alimentándole bien, antes de mandarlo a su casa. Lo compadezco profundamente y, si pudiera salir, no habría dejado de ir a verlo a menudo, para distraerlo. ¡Cómo extrañamos al bueno de Vossen, que nos tenía tan al corriente de todo cuanto sucede y se dice en el depósito, prestándonos ayuda y alentándonos! ¡Pobre amigo! ¡Qué desgracia! El mes próximo habrá que ceder el aparato de radio. Los alemanes los requisan todos. El señor Koophuis está obligado a entregar el suyo a las autoridades. Pero nuestro protector ha comprado en el mercado negro un aparato Baby, que reemplazará al gran receptor Philips. Es una lástima tener que desprenderse de una radio tan buena, pero una casa que sirve de escondite no puede permitirse atraer la atención de las autoridades con una irregularidad. Vamos a colocar aquí el receptor Baby; un receptor clandestino, en casa de judíos clandestinos que compran en el mercado negro con dinero clandestino. Todo el mundo se esfuerza por conseguir un viejo receptor para entregar a las autoridades en lugar del que ellos reclaman. Cuanto peores son las noticias, más la voz maravillosa de las transmisiones de ultramar significa para todos ese alentador «¡Animo, arriba el corazón, volverán tiempos mejores!» del cual no podemos prescindir.

Tuya,
ANA

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